Aristeo intentó
Violarla y engañar
A la sagrada Eurídice
Hiriéndola con la furia
De su lujuria salvaje
Sin que Eurídice pudiera
Escapar a su destino
Cuando el aliento fatal
De una serpiente escondida
Entre la hierba que Eurídice
Cruzaba con pies ligeros
Corroyó con sus colmillos
La sangre que alimentaba
La belleza y el vigor
Que iluminaban su vida...