Deja que mi canto sea
Como un pincel en el lienzo
Libre, lleno de colores
Y más fuerte que el acero
Deja que mi canto quede
Escrito sobre la arena
Que, aunque no dure mil años
Quizás alivie una pena
Y si lo borra una ola
Se mezcle con la marea
Deja que mi canto queme
Como una chispa encendida
Y que sirva de reparo
A quien no encuentre guarida
A quien precise consuelo
O una caricia en el pecho
Una fogata que arda
Para las noches de invierno
Deja que mi canto vuele
Que vuele como ceniza
Y que llegue hasta la casa
De la mujer que me inspira
Y que le diga al oído
Que no me he olvidado de ella
Ni de esa noche en la playa
Ni de todas mis promesas
Cantan los obreros, los vigilantes
Cantan los poetas, los amantes
Cantan los reos en la cárcel
Cantan, cuando extrañan, los inmigrantes
Cantan las mucamas limpiando el piso
Cantan enjaulados los pajarillos
Cantan los que viajan en colectivo
Cantan las cigarras, cantan los grillos
No me voy a olvidar de lo que pasó
No te voy a olvidar nunca más en la vida
Porque todo lo que hicimos fue tan, tan hermoso
Tengo tiempo para pensar, tiempo para sufrir, para llorar
Pero, esta vez, decidí cantarte a vos
Porque recuerdo todas las palabras que me dijiste
Cuando yo, en realidad, no sabía escuchar
Cantan los obreros, los vigilantes
Cantan los poetas, los amantes
Cantan los reos en la cárcel
Cantan, cuando extrañan, los inmigrantes
Cantan las mucamas limpiando el piso
Cantan enjaulados los pajarillos
Cantan los que viajan en colectivo
Cantan las cigarras, cantan los grillos
Cantan las puertas, cantan las travas
Canta el chiflete de tu ventana
Cantan los ríos, canta el viento
Canta la vida si andás atento
Deja que mi canto tiemble
Como una hoja en el viento
Y que se suelte del árbol
Cuando se vaya mi aliento
