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EL ERROR Buenos Aires, año 1994 Durante varios atardeceres de Octubre salieron al aire por radio " La Colifata" –una Radio alternativa formada por internos del hospital Borda- diversos relatos acerca de un misterioso y ancestral mito denominado " Juego y error". El más entusiasta de los relatores era un interno de unos 40 años, d e muy buen hablar, llamado Eduardo Brañas, quien aseguraba haber jugado y perdido, pero que no recordaba los detalles de su participación, solo cuando acercaba su cabeza al equipo transmisor de " La Colifata", su memoria se refrescaba y le permitía recordar detalles del " Juego". Por supuesto, nadie lo tomaba en serio, a excepción de sus compañeros del Borda y un joven médico interino recién recibido, llamado Mario Casares, quien se divertía escuchándolo durante las largas horas de guardia en el hospital. Mario relató con lujo de detalles esta experiencia a través de las cartas que escribió a su hermana Luisa, residente en San Rafael, Mendoza. Querida Luisa: Me divierto mucho cuando entre mate y mate Eduardo comienza a recordar y me cuenta sus historias. Una de ellas habla de " El juego y el error". Esta es la historia: el " Juego" es milenario, una tradición, una especie de enfrentamiento o debate intelectual entre dos o más participantes; se trata de una competencia donde no cabe el error por más pequeño que éste sea. El jugador que yerra, pierde definitivamente, y pierde todo... El "juego" se basa en una antigua y extraña jugada de ajedrez que, durante siglos y por generaciones familiares se jugó y luego evolucionó hacia otras técnicas. Nadie recuerda ni sabe cuándo y cómo se inició este juego, un a leyenda lo describe según estos términos, comentó Eduardo. Dicha narración asegura que " El juego" cambió en varias oportunidades el curso de la historia de la civilización. Nadie, absolutamente nadie fuera de esa elite mística, puede tener conocimiento o noticia de la existencia de este juego, afirmaba convencido Eduardo. Tal vez su origen se remonte a la época de la antigua Grecia. Sócrates posiblemente fue uno de los primeros en jugarlo. Existen rastros hallados en la antigua Jerusalén, donde uno de los posibles jugadores y presumiblemente perdedor fue Juan el Bautista. La leyenda del juego se traslada a través del tiempo hasta el siglo VIII y IX, época de cruzadas y guerras santas en la búsqueda del Santo Grial. El eje del juego consiste simplemente en no errar. El primer error cometido por el jugador define la partida, causándole al derrotado la pérdida de la memoria, l a pérdida de la razón o la pérdida de la vida, se guía relatando el interno del Borda, más convencido aún de la veracidad de su historia. En cuanto al premio, es todo un enigma: se supone que los ganadores ingresan en un nivel superior, quizás a la inmortalidad, desapareciendo para siempre de los ojos de sus congéneres a través de una muerte natural o violenta para pasar a una vida sempiterna en otra dimensión y así, tal vez, h abitar entre nosotros en estado invisible, manifestó el " Loco" Eduardo. Entre nosotros, los humanos, existe una atracción, una debilidad hacia el juego y hacia el desafío en todas sus versiones y variantes: intelectual, azar, exámenes y evaluaciones escolares, deportes, competencias personales, etc. Esta misma naturaleza humana lleva en sus genes las reglas del juego, continuaba explicando. La leyenda, además cuenta que Michel de Nostradamus -profeta del siglo XVI- intervino en el " Juego", aunque no puede asegurarse si resultó ganador o perdedor. Tal vez su participación aún no ha terminado y juega en cada profecía que hizo. Nostradamus dejó varios escritos que la historia fue tomando como profecías. Pero los hechos hablan por sí mismos: el Juego se manifiesta en acontecimientos que parecen cotidianos pero no lo son. Constantino el Grande, al fundar Constantinopla como capital del Imperio Romano, manifestó que su reinado era como formar parte de un Juego y que era imposible que el Imperio se desmorone. Quince siglos después los turcos invadieron esa ciudad y la destruyeron. El emperador se había equivocado, cometió un "error". Entre otros supuestos jugadores también se encuentran Napoleón y Julio Verne y ya en este siglo, Adolf Hitler y John F. Kennedy, pero sigue siendo un enigma saber si todos ellos resultaron victoriosos y si así hubiere ocurrido, estarían hoy entre nosotros sin que notemos su presencia. Eduardo siguió su relato y aclaró: e l secreto para ganar consiste en desarrollar al máximo nuestra mente. Puesto que está comprobado que solo utilizamos un quince por ciento de la capacidad cerebral, para aumentar su poder existe una técnica: se trata de excitar con un laser de alta frecuencia la base del eje hipotálamo-hipofisario, durante dos punto tres segundos en noche de luna llena. De este modo, el cerebro actúa como un receptor de ondas de radio satelital y accede a toda la información que circula en Internet. En la antigüedad, la filosofía apelaba a la intuición, a una percepción clara e instantánea de una idea o una verdad, como si se tuviera a la vista, más razonamiento y talento. Eduardo parecía estar totalmente convencido de la existencia del juego y afirmaba haber participado. Solía decir que el motivo de su trastorno mental era consecuencia de haber sido derrotado durante el desafío y aunque no lograba recordar su error, sospechaba ser el asesino casual de uno de los jugadores. Te confieso, querida Luisa, que por momentos el relato de Eduardo me dio escalofríos, ya que seguí muy atentamente su historia y hasta he llegado a pensar que no está tan loco como parece. Te quiere, tu hermano Mario. Buenos Aires, año 1999 Pasó el tiempo y Eduardo Brañas figuraba en el archivo del hospital Borda como "fallecido a causa de electro shock". Entre sus pocas pertenencias se hallaba una pequeña carta manuscrita del propio Eduardo y su amigo Mario se la guardó celosamente. El escrito decía: Querido jugador o jugadora ciudadana del mundo, quiero confesarte que si el Universo del Juego o el Destino, Dios, o como quieras llamarle, ha puesto esta carta en tu camino ha sido Por algo. Fui un gran pescador y hallé en la orilla del rio una botella con un mensaje dentro Escrito en arameo. La curiosidad me llevó a aprender ese idioma . No la pasé fácil en vida, Cometí muchos errores. Entiendo perfectamente cómo te sientes, porque yo también he enfrentado una situación Sentimental y económica desastrosa que me hizo perder todos mis negocios, llenarme de Deudas, también hizo tambalear a mi familia y hasta puso en riesgo mi propia salud. Sin embargo, cuando llegué hasta el fondo de los fondos... al leer esa carta entré en el juego del Error... Por eso, estoy convencido que tú también puedes hacerlo y ganar. Yo voy a ayudarte. Así que presta mucha atención a esta carta porque en ella voy a compartir contigo el método que me permitió superar mis propios bloqueos y reprogramar mi mente para poder resolver todos mis problemas aunque fallé, haciendo lo que realmente me gusta. Te mostraré el secreto del "experimento"... que te ayudará a..." Mario no solo leyó la carta sino que se animó a experimentar lo aconsejado por Eduardo. Mario Casares ganó una beca de perfeccionamiento y viajó a Hamburgo, Alemania. Como neurofisiólogo, comenzó a desarrollar su teoría psico-neuronal acerca de la evolución de las capas cerebrales y su ultra desarrollo. En pocos meses su éxito cobró renombre mundial. Dos años después elaboró una nueva teoría que superó y enriqueció a la vez la mismísima " Teoría de la Relatividad" de Albert Einstein. Mario residía en Hamburgo y ya soñaba con recibir los Premios Nobel de Física y Medicina por primera vez entregado a una sola persona y al mismo tiempo. En esos meses un equipo de sabios científicos japoneses comenzó a analizar y corregir en su laboratorio uno de los puntos más importantes de la teoría de Mario Casares: la cura total de la esquizofrenia y la oligofrenia, con total éxito. Mario escribió a su hermana: Este acontecimiento, querida Luisa, despierta toda mi ira y desagrado. Puedo alzarme con el Premio Nobel y haré todo lo que esté a mi alcance para lograrlo. Voy a debatir frente a frente con el equipo de japoneses y los superaré ¡Hasta el bochorno! Son mis teorías y nadie más que yo las manipula y combina. ¡Me pertenece el honor del Premio Nobel! Te quiere, tu hermano Mario". El aludido debate se realizó en Moscú y fue transmitido a todo el mundo científico. El lugar elegido: el salón de los espejos de la Universidad de Moscú. Mario corría con ventaja a su favor. El poder de su mente le permitía leer el pensamiento de las demás personas y ejercer el poder de la telepatía. Estaba convencido que el debate sería como un juego del que saldría victorioso. Llegó el día esperado y los tres científicos miembros del equipo japonés y su jefe Sasaki, elegantemente uniformados con oscuros trajes, fueron ubicándose lentamente a lo largo de la sala totalmente decorada con espejos en sus paredes. Luego, se acomodó Mario con su impecable traje gris, en una larga mesa frente a los sabios nipones y de espaldas a una oscura pared de espejos, apenas iluminada por una tenue luz azulada. A espaldas de los protagonistas del debate vigilaban cuatro agentes de seguridad vestidos de civil que pasaban inadvertidos entre el clima de expectativa y tensión. Estos agentes de seguridad debían permanecer allí por exigencia de las autoridades de la Universidad, debido a varios atentados ocurridos semanas antes en la ciudad de Moscú. El debate se inició a las quince horas y los primeros choques verbales no se hicieron esperar; un jurado de treinta científicos y pensadores de todo el orbe, traductores, periodistas y fotógrafos sumados todos a las cámaras de televisión rusa, completaban la escena. Las horas comenzaron a correr y el stress de la discusión empezó a agotar a Mario Casares, quien debía esforzarse cada vez más para superar los difíciles argumentos del sabio Sasaki. Habían transcurrido seis horas y varias pausas; la situación se volvía dramática y mucho más para Mario, qui en no soportaba la veloz y certera lucidez de sus adversarios. La irritación y el cansancio lo derrumbaban poco a poco y comenzó a dudar de sus afirmaciones. Por un momento, miles de imágenes y recuerdos corrieron por su mente alterada: su Hermana Luisa, sus horas de guardia en el Borda, el "loco" Eduardo y "el experimento". Mario guardaba un secreto, la muerte provocada a su amigo, el viejo manuscrito y ese "experimento" que terminó siendo un éxito, su secreto más celosamente guardado. Sabía Que si cometía un error en su discurso, perdería el debate y sería derrotado, y esto es algo Que no soportaría. Al borde del abismo, la desesperación lo invadió y lo sorprendió con la mirada fija en uno de los dos agentes de seguridad que se hallaban detrás de Sasaki y que estaban difusamente envueltos en la penumbra azulada. Un fugaz pensamiento helado atravesó la mente de Mario. Parecía inminente su derrota y enloquecido ante esta posibilidad solo atinó a mirar fijamente a ese agente de seguridad y en un último y agónico esfuerzo hizo uso de su poder telepático: l e ordenó sacar su arma para apuntar directamente a la nuca de Sasaki. El agente reaccionó abriendo los ojos, sobresaltado y fuera de sí, cumpliendo con la orden dada por Mario. El hombre dirigió su Magnum a la nuca del nipón y en un último y agotador esfuerzo Mario le ordenó, a través de su mente, disparar. El estampido sonó como una bomba en el salón de los espejos al tiempo que Mario sintió un violento aguijonazo en su propia nuca. Lentamente comenzó a desplomarse sobre la imponente mesa del salón. Todos los presentes seguían la escena absortos, entre gritos, flashes y conmoción. Sasaki y su gente, sin entender que ocurría, fueron llevados rápidamente a otro sector de la Universidad. Agonizante, sobre un charco de su propia sangre y rodeado de gente, Mario alcanzó a ver entre reflejos y comprender qué había pasado. Entre enceguecedoras luces de flashes y gritos, comprendió "el error" que había cometido: e l agente al que había dado la orden de matar, no estaba ubicado detrás de Sasaki, sino detrás del mismo Mario. Los difusos espejos lo confundieron, recibiendo el mortal balazo. Había cometido un error y "el juego" había terminado para él. Fin
Writer(s): Gustavo Zavala Lyrics powered by www.musixmatch.com
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